lunes, 13 de octubre de 2008

Columbus Day

Hoy es fiesta, hoy es Columbus Day porque ayer era domingo y lo pasan a lunes. Ayer se mató un chico del college en un accidente de tráfico no muy lejos de aquí. No le conocía, creo. Pero conozco gente que le conoce. No sé muy bien como debo reaccionar, el corazón se me ha encogido un poquito y supongo que eso está bien. Un chaval joven, un estudiante que hasta hace dos días me podría encontrar en el comedor. He visto su foto, sonríe, era el responsable de un grupo de música. No le reconozco pero tiene una cara suficientemente estándar como para no recordarle de verle sólo por ahí. No estoy realmente triste, no le conocía, pero se hace raro. Y el corazón se me encoge un poquito más al pensar en lo que ha pasado.

Hoy es fiesta. Columbus Day. Escucho la radio. Ya ha oscurecido. Un mejicano toca el piano. Cierro la puerta, abajo hacen ruido y prefiero la radio. He visto una ardilla muerta en la carretera y no sé porqué lo recuerdo justo ahora. La biblioteca me ha frustrado. Casi pierdo la libreta. He leído un mail de La Profe tarde. Ahora tiene mi móvil. Odio el teléfono, lo odio. He bebido un café au lait con poca gracia. He entrenado a fútbol, esta noche quedamos unos cuantos del equipo (más alguien de esta casa también) para ver una serie mítica de la infancia de esta gente. Hoy no sé porqué en realidad me siento bien. Cada vez conozco más a esta gente. Me importan. Ya puedo decir una lista de gente de la que me preocupo. Querría que no les pasara nada, que el mundo fuera bueno con ellos. Y me acuerdo de la gente que tengo en Barcelona, en la península, en mi querida isla del norte (y más ahora que nunca dada la crisis tan bestia en la que están sumidos), en mis alemanes, en quién se quedó a tres inalcanzables centímetros, en Alcalá, Murcia, Galicia, ¿Bolivia?, Madriz, Cádiz, lejano_oeste, ... No puedes cuidar de la gente que quieres. No se puede. Pero hoy me hace sentir bien querer cuidar de ellos, querer ver venir las malas cosas para avisarles, o simplemente para estar ahí por si acaso. La vida, supongo, tiene extrañas maneras de hacerte ver hasta qué punto la gente te importa.

Editado:
Postdata musical:
La música del piano me hace entristecer. Es bonita. No quiero dejar de escucharla. Cuando deje de tocar me hará sentirlo. No quiero que acabe esa canción triste. Una tecla más, una nota más. Que no se acabe. Que siga hasta el amanecer, hasta que caiga rendida en mi cama, hasta que mis ojos despidan el día que hace horas ya perdió la luz. No sé dónde mirar, los objetos me distraen, la música es demasiado hermosa para esta realidad. Dame la mano, llévame contigo nota tras nota, un acorde tras otro, y no dejes nunca de tocar. Hay veces, como esta, en que el silencio no es una posibilidad. Que no acabe, que siga una nota más...

3 comentarios:

Hei Jei dijo...

ay pinda!

yo, que sé que estoy en tu lista de gente a la que cuidar, pese a que siempre haya sido yo quien lo ha hecho, te digo: TE VOY A EMBORRACHAR CUANDO VUELVAS!!!

y otra cosa, ayer fui al Café de les Paraules y me acordé de ti. Allí seguían la camarera fea (sé que te joda que te lo diga) y la menos fea, aunque fea igual :P

muaks!

Anónimo dijo...

No eran dos centímetros? Jum.

Y para ya con la nostalgia o esa cosa que tienes.

Disfruta de los yankis, que los de aquí damos un pelín de asco.

Pinda dijo...

Jei: como mínimo, estás en mi listín telefónico, xDDD y vale, acepto borrachera... pagas tú, no?
PD: feas o no, ahí seguían... sigue el sitio igual que siempre?
un beso

Sinme: mmh, no me acuerdo, xDDD
Y pa que veas, te estoy haciendo caso y tó...
un beso